(LUIS AGÜERO WAGNER)
La conexión francesa es una laureada producción cinematográfica de Hollywood filmada en la década de 1970, que recrea los entretelones del tráfico de heroína nieve blanca de Marsella desde el triángulo dorado de Birmania a las calles de las grandes ciudades norteamericanas.
Una de las piezas claves del negocio era un ex colaboracionista con los nazis durante la ocupación de París, radicado en el Paraguay del dictador Stroessner, el traficante Lucien Darguelles.
Darguelles, más conocido como Auguste Ricord, mantenía vínculos con los criminales de guerra nazis ocultos en Sudamérica a través de la red Odessa, y prosperaba en el tráfico de drogas desde su base paraguaya merced a la protección del régimen militar.
Gran parte del dinero ganado introduciendo heroína en el mercado norteamericano se invertiría en el rubro de la comunicación, dado que los principales protectores y beneficiarios del negocio con el tiempo se convertirían en los zares de la prensa paraguaya. Esta es una de las paradojas más marcadas del actual proselitismo paraguayo con miras a las elecciones del 20 de abril, considerando el respaldo incondicional a la oposición -que dice combatir a la rosca mafiosa- prodigado desde el ámbito de los medios, la mayoría de ellos subproducto del desarrollo del capitalismo de mafias florecido al amparo de una dictadura anticomunista.
La propaganda política de estos medios, saturados por ataques panfletarios a líderes políticos que no se arrodillan ante sus designios, pretende hoy convencer a la opinión pública que en beneficio del interés general de la sociedad paraguaya hoy respaldan a un supuesto candidato de la izquierda, el obispo Fernando Lugo. Entre los puntales de dicha candidatura “marxista”, aparecen los núcleos empresariales más poderosos del país, dueños de las más grandes fortunas mal habidas de su historia y portadores del más burdo discurso anticomunista imaginable.
Entre ellos aparece el grupo Zuccolillo, que cuenta con activos por valor de 1.200 millones de dólares. Productos del enriquecimiento ilícito, el contrabando, la triangulación, el narcotráfico y décadas de impunidad, los principales medios masivos de comunicación pertenecen a los miembros de la clase dominante paraguaya, cuyos integrantes los utilizan para presionar a la clase política, extorsionar a la burocracia estatal, promocionar a los grupos funcionales a sus intereses, hacer buenos negocios y además incidir en la construcción de la realidad social del país.
El segundo diario en importancia de la capital paraguaya, Ultima Hora, tiene una historia indisolublemente ligada a la dictadura del general Stroessner desde el momento que fue montado con dinero público proveniente de las arcas de la intendencia, complementado por recursos desviados con la venia del dictador de otras empresas públicas como el Banco Nacional de Fomento, la Flota Mercante del Estado e IPS. El hijo del administrador de Stroessner, el coronel Pablo Rojas, fue ubicado como director del diario Ultima Hora, a pesar de lo cual - imitando a su colega ABC color- pretende presentarse como baluarte de la democracia y vocero de los intereses sacrosantos de la patria.
Con el transcurso del tiempo Ultima Hora acabó asimilado a las empresas de Antonio J. Vierci, cuyos activos aparecen entre las diez fortunas más grandes del Paraguay en el libro “Dossier Paraguay” del investigador Aníbal Miranda, fallecido en sospechosas circunstancias presentadas como un suicidio. Miranda calculó hace unos pocos años en unos 800 millones de dólares la fortuna de Vierci, grupo que está formó recientemente su propia empresa de multimedia, ya que a Canal 4 Telefuturo le sumó la compra del Diario Ultima Hora y la adquisición de varias emisoras de radio.
A través de sus medios este grupo empresarial, florecido con el contrabando de escocés y cigarrillos, se dedica a tirotear contra los burócratas del ministerio de Hacienda que le exigen ponerse al día con sus impuestos, contra los técnicos que buscan formalizar la política tributaria, y contra todo lo que pueda perjudicar al bendito sector agro-exportador que siembra soja transgénica, promueve el éxodo de compatriotas a España y países limítrofes apropiándose de sus tierras, contamina los suelos con herbicidas, deforesta y desertifica los campos paraguayos , destruye las rutas y la infraestructura del país con sus acoplados y todo ello sin pagar un centavo en impuestos.
Si el gobierno exige el pago de sus impuestos o alguna contraprestación por los beneficios obtenidos a algún empresario de la soja, Ultima Hora es el primer diario en poner el grito en el cielo. Cuando se habla del problema de la migración de paraguayos a otros países en busca de fuentes de trabajo, el único culpable para Ultima Hora es el gobierno, aunque la incidencia de las plantaciones de soja y los rociados de pesticidas sea una de sus principales causantes.
La mayoría de los periodistas destacados de Ultima Hora reciben fuertes sumas de fundaciones vinculadas a las organizaciones de la ultraderecha del partido republicano de Estados Unidos, y los medios vinculados al diario como el canal de televisión Telefuturo se abocan a promover el mal gusto y la banalidad de los enlatados y los reality shows importados.
El pensador uruguayo Eduardo Galeano escribió en uno de sus ensayos que el problema con la publicidad de la televisión banal es que mientras hace agua la boca al televidente con su publicidad, luego pide que la policía expulse de la mesa al que no puede pagar la cuenta. Una metáfora de la misma paradoja parece ofertarse hoy desde estos medios que aunque brillan en la promoción del pensamiento a-social, a-histórico y a-crítico dentro de la sociedad paraguaya, pretenden convencernos de sus elevadas metas en cuanto al saneamiento político con una candidatura fabricada en los laboratorios de marketing y encuestas de la rosca mafiosa de la prensa paraguaya.
Luís Agüero Wagner
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