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sábado, 29 de noviembre de 2008

ULTRADERECHA Y TEOLOGIA DE LA LIBERACION


Dijo Robert M. Pirsig alguna vez que cuando una persona padece delirios se le llama locura. Cuando muchas personas padecen de un delirio, se le llama religión.

La frase es una perfecta ilustración sobre la forma en que el partido republicano de los Estados Unidos ha logrado controlar la mente pública de los norteamericanos durante la administración que toca a su fin. Y, justamente, en este epílogo ignominioso ha decidido acoger con su proverbial cordialidad a otro ejemplar de la misma especie, el clérigo presidente de Paraguay.

¿Porqué no pudo rehusar Fernando Lugo ser el último invitado del más infame de los presidentes contemporáneos de las últimas décadas?

Varios analistas se hicieron la pregunta en Paraguay, durante el último fin de semana, y las conjeturas que pueden tejerse como respuesta son variadas. La primera que viene a la mente es que George W. Bush fue el financista encubierto de la mayoría de los movimientos que llevaron a la presidencia del Paraguay al obispo católico, con fondos del NED, USAID, IAF, etc.

Pero más allá de esos lazos de inocultable importancia, si existe un rasgo de profunda afinidad entre el obispo Fernando Lugo con George W. Bush, quienes hoy compartirán una reunión en Washington, es el fundamentalismo religioso como herramienta política, una de las pocas cartas que le queda por jugar al candidato de la Casa Blanca John Mc Cain.


Según un reciente artículo de John Dinges, John Mac Cain visitaba en secreto al dictador Pinochet en Santiago, tanto como el obispo Fernando Lugo se reunía con Pappalardo, Zucolillo, la familia Stroessner, etc., en busca de apoyo electoral para ganar las elecciones del 20 de abril en Paraguay, por lo que las coincidencias entre ambos se amplían.



PINOCHET, Mc CAIN, EL TERRORISMO Y LA PRENSA DEL OBISPO




Un cable desclasificado por Washington echó luz sobre una desconocida y “amistosa” cita entre el candidato republicano y Augusto Pinochet, en plena dictadura anticomunista en Chile y cuando Washington intentaba extraditar a los culpables del asesinato de Orlando Letelier.

Paralelamente, una de las más insistentes acusaciones de Mc Cain a Obama durante la campaña actual para las elecciones de noviembre en Estados Unidos ha sido la supuesta facilidad para reunirse con terroristas del candidato demócrata, algo de lo cual el candidato de Bush hubiera evitado hablar en voz alta. Codearse con terroristas es casi una costumbre tanto para los amigos republicanos de Posada Carriles, que desviaron fondos del narcotráfico para financiar a Ben Laden en Afganistán, tanto como para el aliado teocrático de George W. Bush, el obispo católico Fernando Lugo

En el mundillo de los periodistas abocados a escribir sobre el Operativo Cóndor, Conrado Pappalardo es un nombre que suena familiar.


Se trata del personaje que se involucró en el asesinato del ex canciller chileno Orlando Letelier, en 1976, gestionando pasaportes paraguayos para los asesinos. También es un empresario fuertemente vinculado al diario ABC color, quien ofició de guía turístico del obispo Fernando Lugo en New York, cuando éste visitó la gran manzana para disertar en la ONU.



EL PROVEEDOR DE PASAPORTES



Conrado Pappalardo, era entonces un influyente diputado oficialista, antes de bajar el perfil a raíz de las investigaciones que se le abrieron por el asesinato del vice-presidente Luis María Argaña en marzo de 1999.

Estamos hablando de la misma persona que, desempeñándose como jefe de Protocolo de la Cancillería de Alfredo Stroessner, en julio de 1976 presionó a George Landau, el embajador de Estados Unidos de la época -invocando "un favor" solicitado a Stroessner por su colega Augusto Pinochet-, para que obtuviera sendas visas en dos pasaportes paraguayos falsos a dos supuestos empresarios cuyos nombres eran Juan William Rose y Alejandro Romeral.
El verdadero “negocio” de estos hombres, cuyos verdaderos nombres eran Michael Vernon Townley y Armando Fernández Larios, era asesinar a Orlando Letelier en Washinton el 21 de Septiembre de ese año.

Hoy conocemos de aquella conjura del Plan Cóndor porque el embajador Landau fotografió los pasaportes antes de estampar las visas y ésa fue la clave que le permitió al fiscal Eugene M. Propper desenredar el ovillo del crimen.

Conrado Pappalardo, quien era el encargado de ceremonias del dictador Alfredo Stroessner, reapareció hace poco en New York, como nexo entre el obispo de los pobres y el magnate petrolero David Rockefeller, integrante de una dinastía que primero inspiró y sufragó una guerra entre Paraguay y Bolivia, y luego se asoció a los negocios corruptos de la dictadura anticomunista.

En conclusión, esta es la gente que apela a Dios cuando necesita los votos de un electorado ignorante, imbuido de pensamiento mágico y tradición autoritaria. Y al Diablo, cuando de negocios se trata, of course. LAW








ADJUNTADO:

EEUU: La desconocida cita entre John McCain y Pinochet . Por John Dinges

Un cable desclasificado por el gobierno estadounidense revela la hasta ahora desconocida y “amistosa” cita entre el candidato republicano y Augusto Pinochet, en plena dictadura y cuando Washington intentaba extraditar a los culpables del asesinato de Orlando Letelier. El documento también cuenta detalles inéditos de lo que pasaba en 1985 en el seno de la Junta de gobierno: el almirante Merino le dijo a McCain haberle advertido a Pinochet que ni él ni los otros miembros de la Junta lo apoyarían para un “ridículo” plebiscito y que en cambio habría elecciones libres, en las que el dictador no participaría. Además, el ex canciller Hernán Cubillos le confesó al congresista que él quería ser el candidato presidencial de la derecha.

El actual candidato presidencial del Partido Republicano, John McCain, quien ha criticado severamente la idea de reunirse con dictadores sin condiciones previas, parece haber hecho justamente eso. En 1985, McCain viajó a Santiago para un encuentro amistoso con el dictador militar chileno, el general Augusto Pinochet, uno de los más grandes violadores de los derechos humanos.

El encuentro con el entonces jefe del régimen militar chileno fue descrito por el propio McCain como “amistoso y por momentos cálido, pero notó que el presidente parece obsesionado con la amenaza del comunismo”. Así lo describe en un cable que envió la embajada estadounidense en Santiago y que fue desclasificado en Washington.

McCain, entonces miembro del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, no realizó declaraciones públicas criticando la dictadura. A juzgar por el tenor del cable de la embajada, tampoco las hizo en privado. Un cuidadoso chequeo de los periódicos de la época y entrevistas con los principales líderes de la oposición a Pinochet de ese momento, indican que en su visita a Chile no se reunió con ningún representante de la oposición democrática.

Al momento del encuentro, realizado la tarde del 30 de diciembre, el Departamento de Justicia de Estados Unidos intentaba obtener de las autoridades chilenas la extradición de tres hombres cercanos a Pinochet –el ex jefe de la DINA , Manuel Contreras, y los ex oficiales DINA Pedro Espinoza y Armando Fernández Larios- por un acto de terrorismo ocurrido en Washington DC. Un juicio en Washington determinó su procesamiento por el asesinato en 1976 del ex embajador y ex canciller Orlando Letelier y de la norteamericana Ronny Moffit, quien viajaba con él. La bomba puesta en su auto y que estalló en Sheridan Circle, fue descrita en esa época por la prensa internacional como el más flagrante acto de terrorismo internacional perpetrado en suelo estadounidense por una fuerza extranjera.

En esos mismos días en Chile, la oposición buscaba desesperadamente el apoyo de líderes democráticos de todo el mundo en su intento por presionar a Pinochet a poner fin a la dictadura que ya cumplía 12 años y permitir el retorno a la democracia. Otros congresistas visitaron Chile después de la vista de McCain e hicieron declaraciones públicas contra la dictadura y en apoyo del retorno a la democracia, convirtiéndose en el blanco de violentas demostraciones pinochetistas.

El senador demócrata Edward Kennedy aterrizó en Chile sólo 12 días después de McCain en una pública demostración de apoyo a la democracia. Fue recibido por manifestantes que le lanzaron huevos y bloquearon el camino desde el aeropuerto, lo que obligó a que el senador fuera transportado en helicóptero a la ciudad, donde se reunió con líderes de la iglesia católica, de los derechos humanos y un gran grupo de activistas de la oposición.

Mark Schneider, un asesor en política exterior y ex funcionario de la unidad de derechos humanos del Departamento de Estado, quien organizó el viaje de Kennedy, dice que no tenía idea de que McCain había estado en Chile sólo días antes. “Sería muy sorprendente y decepcionante si el senador McCain fue a Chile a encontrarse con un dictador y no le exigió el retorno a la democracia, y no hizo declaraciones públicas en apoyo al retorno a la democracia”, afirma Schneider.

La presencia de McCain en Chile fue aparentemente mantenida lo más silenciosa posible. Él y su mujer Cindy llegaron a Santiago el 27 de diciembre y viajaron inmediatamente a la zona de Puyehue, en el sur de Chile, para pasar algunos días como huéspedes del prominente partidario de Pinochet, Marco Cariola, quien luego fue elegido senador por la UDI.

El viaje fue coordinado por el embajador de Chile en Estados Unidos, Hernán Felipe Errázuriz. De acuerdo a un documento contemporáneo del gobierno de Chile, Errázuriz arregló un enlace gubernamental especial para ayudar a McCain en Chile, y lo describió como “uno de los congresistas conservadores más cercano a nuestra embajada”.

Errázuriz también se encargó de que los McCain se quedaran en la parcela de su acaudalado amigo, Marco Cariola. Fue el propio Cariola quien relató después su encuentro con McCain y su esposa, a quienes –dijo a La Tercera- no conocía previamente. Los McCain pasaron tres días y medio pescando salmones, truchas y andando a caballo en la zona conocida como una de las más bellas atracciones turísticas de Chile, con docenas de lagos de aguas cristalinas y ríos rodeados de lujosas propiedades, como la de su anfitrión.

El 30 de septiembre, McCain regresó a Santiago, donde a las cinco de la tarde se reunió con Pinochet, y luego con el comandante en jefe de la Armada , almirante José Toribio Merino. Ambos encuentros fueron descritos en un cable de la embajada de Estados Unidos, basado en una conversación posterior de McCain con otros oficiales diplomáticos:

“La mayor parte de la reunión de 30 minutos con el presidente, en la que estuvieron presentes el ministro de Relaciones Exteriores [Jaime] Del Valle y un integrante del staff ministerial, estuvo dedicada a discutir los peligros del comunismo, un tema sobre el cual el presidente parece obsesionado. El presidente describió la historia reciente de Chile en la pelea contra el comunismo y mostró un orgullo considerable ante el hecho de que la amenaza comunista ha sido derrotada en Chile. El presidente recalcó que Chile ha estado solo en esta batalla y se quejó de que la política exterior de Estados Unidos los ha dejado varados. El congresista agregó que hablar con Pinochet era similar a hablar con el jefe de la John Birch Society [una organización de ultra derecha que se caracterizaba por sus posturas de anticomunismo extremo]”.

Si bien describe la calidez del encuentro, el cable no registra qué le dijo McCain a Pinochet. No hay ningún indicio de que el problema de los derechos humanos o el retorno a la democracia haya sido tratado en un momento en que las críticas sobre el particular arreciaban a raíz de la violenta represión de la que seguían siendo objeto en esos días los opositores a Pinochet.

Un segundo cable diplomático desclasificado se refiere a una carta del entonces embajador Harry Barnes entregando más detalles del encuentro con Pinochet.

Además del documento chileno y el cable norteamericano citado más arriba, al menos otros cuatro documentos desclasificados se refieren al encuentro Pinochet-McCain y el interés de este último en Chile. La oficina de prensa de la candidatura de McCain dijo que no había nadie disponible para comentar la historia. El ex embajador Errázuriz, contactado por teléfono, dijo repetidas veces que “no es verdad” que McCain se haya reunido con Pinochet, y que en tal caso él lo habría sabido, agregando que el cable del Departamento de Estado era posiblemente un invento.

Las confesiones de Merino y Cubillos
De su encuentro con el almirante y miembro de la junta, José Toribio Merino, McCain transmitió un detalle político que la embajada halló útil. “La parte más interesante de la conversación, de acuerdo al congresista, fue la afirmación de Merino de que él y otros miembros de la Junta habían dicho recientemente a Pinochet que no debería esperar ningún apoyo de la Junta si decidiera ser el candidato presidencial en 1989” .

El año 1985 había sido el primero desde 1973 en que se vislumbraban posibles cambios. La oposición y algunos representantes de la derecha, con el aval de la Iglesia , habían consensuado el Acuerdo Nacional para la Transición a la Plena Democracia que buscaba pavimentar el camino para el fin de la dictadura. Si bien el acuerdo fue boicoteado por el gobierno, hubo diálogo entre la oposición y el general de la Fuerza Aérea , Fernando Matthei, y el tema de la candidatura única de Pinochet en el plebiscito fue llevado hasta la Junta de gobierno.. Según la investigación recogida en el libro “La historia oculta del régimen militar”, ya en octubre Pinochet les había dejado claro a los comandantes en jefe que sería el candidato único aunque a ellos no les gustase y en noviembre Matthei le insistió en la necesidad de reformar la mecánica prevista para la transición, contando con el apoyo del resto de la Junta.

Pero nunca, hasta ahora, se había conocido de forma tan explícita la oposición del almirante Merino a los planes de Pinochet. Ni menos que, al plantear su opinión a McCain, estaba enviando el mensaje al gobierno de Ronald Reagan, como bien revela el cable.

-Merino agregó que las elecciones de 1989 no serían como se establecieron en la Constitución de 1980, sino que serían libres y abiertas entre varios candidatos. Describió la parte de la Constitución que habla de llamar a un plebiscito con un candidato único como algo ridículo e insostenible. La clara implicación fue que esa parte de la Constitución sería cambiada bastante antes de 1989. En respuesta a la pregunta del congresista sobre si Pinochet podría ser uno de los candidatos presidenciales en 1989, Merino afirmó que eso no sería el caso-, reportó la embajada en Santiago a Washington.

Tres años después, en 1988, Pinochet fue derrotado en un plebiscito en el que fue el único candidato. Las elecciones efectuadas al año siguiente abrieron paso un gobierno democrático. Una robusta lista de congresistas estadounidenses viajó a Chile a apoyar la transición a la democracia, incluyendo al senador Richard Lugar. McCain, entonces senador en su primer período, no regresó a Chile.

Pero Merino no fue el único que se sinceró con McCain y de pasó envió un mensaje a la Casa Blanca. El ex canciller Hernán Cubillos, quien había caído en desgracia en 1980 por el desaire del cancelado viaje de Pinochet a Filipinas, también hizo lo suyo. Según lo que transmitió McCain a Washington, Cubillos le dijo que estaba siendo considerado como candidato presidencial –de hecho su nombre sonaba en esos días-, pero lo que es más sorprendente es la actitud frente a la posible candidatura: “Cubillos dijo al congresista que se veía a sí mismo como un puente entre el actual gobierno militar y los políticos civiles, que podía por lo tanto esperar apoyo de ambos lados en 1989” . Incluso fue más allá y analizó la importancia del momento político para lanzar su candidatura, dando a entender que estaba plenamente decidido a correr por la presidencia.

Pinochet, se sabe, dispuso otra cosa.

Una versión de este reportaje fue publicado simultáneamente en el Huffington Post.

Documentos:

Cable enviado a Washington desde Embajada de EE.UU en Chile

Cable traducido.

Segundo cable desclasificado

‘‘Cercano a la embajada"

1] Según el cable desclasificado, el viaje fue coordinado por el embajador de Chile en Estados Unidos, Hernán Felipe Errázuriz. De acuerdo con un documento contemporáneo del gobierno, Errázuriz arregló un enlace gubernamental especial para ayudar a McCain en Chile, y lo describió como "uno de los congresistas conservadores más cercanos a nuestra embajada".

2] El congresista agregó que "hablar con Pinochet era similar a hablar con el jefe de la John Birch Society (una organización de ultraderecha que se caracterizaba por sus posturas de anticomunismo extremo)".Ç

3] En 1988, Pinochet fue derrotado en un plebiscito en el que fue el único candidato. Las elecciones efectuadas al año siguiente abrieron paso un gobierno democrático. Varios congresistas viajaron a Chile a apoyar la transición a la democracia, McCain, no estuvo entre ellos.


LA ULTIMA FOTO DE GEORGE W. BUSH

PARA QUÉ SE VA LUGO? tituló un comentario una conocida periodista paraguaya, este fin de semana.
Y la respuesta sólo pudo ser un prolongado silencio.

¿Necesitaba acaso una foto el obispo con el más impopular presidente de los Estados Unidos, dentro y fuera de su país, del que se tenga noticia?

¿Con el personaje que hizo recordar los días más ignominiosos del Big Stick?

¿Acaso no es el presidente de Estado Unidos aquel que bombardeo escuelas, hospitales y centros humanitarios en Afganistán, sólo para quedarse con el petróleo que se derrama en el Mar Caspio?

¿No es el mismo presidente que estuvo a punto de hacer trizas la más sólida democracia del mundo con su ACTA PATRIÓTICA?

¿No es el presidente Bush quien se negó a ordenar una investigación sobre la criminal masacre de los 600 prisioneros de guerra en Mazar-i-Sharif?

¿No es el presidente que envió a sus tropas a masacrar Irak, con la excusa que luego demostró ser falsa, de las armas de destrucción masiva?

¿No es Bush quien inauguró el ignominioso centro de detención en Guantánamo, y quien avaló la liberación e impunidad de Luis Posada Carriles?

¿No se trata del mismo presidente que intentó un golpe de estado en Venezuela, para expulsar a un líder popular que busca que las riquezas de su tierra sean repartidas entre sus legítimos dueños?

¿No fue acaso Bush quien intentó desestabilizar, por intermedio de Philip Goldberg, al gobierno de Evo Morales en Bolivia, quien emprendió operaciones basura contra la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, y quien reactivó la Sexta Flota para amedrentar a los latinoamericanos?

¿No se trata del mismo hombre que reveló en represalia la identidad de su propio agente, Valerie Plame, esposa del embajador Joseph Wilson, a pesar de que ello le dejaba desprotegida y sólo porque su marido no avaló las mentiras de las "armas de destrucción masiva" en Irak?

Con toda sinceridad, se hace difícil encontrar una razón para que alguien tenga que ir a verlo al actual Presidente de los Estados Unidos, por estas fechas. De hecho, no creo que haya alguien que tenga ganas de ir a perder su tiempo conversando con un personaje, que nunca luego fue simpático.

Pues Fernando Lugo se fotografió para la posteridad con George Bush hoy lunes, 27 de octubre. Ocho días antes de las elecciones del 4 de noviembre.

En las que no sólo Bush es el principal responsable de la caída sostenida en las encuestas del candidato de su partido John McCain, sino también una pesada carga que los norteamericanos y el mundo sólo desean hoy por hoy olvidar.

De todas maneras, el único objetivo del obispo Fernando Lugo, al parecer, era aparecer en la última foto del tristemente célebre George W. Bush.

FUNDAMENTALISMO NEOLIBERAL

Finalmente, al cabo de tanta propaganda de supuesto izquierdsimo, el obispo Fernando Lugo acudió a rendir pleitesía en la Casa Blanca a su jefe y compañero de trabajo George W. Bush, financista encubierto de la mayoría de los movimientos que lo llevaron a la presidencia del Paraguay, con fondos del NED, USAID, IAF, etc.

Según un reciente artículo de John Dinges, John Mac Cain visitaba en secreto al dictador Pinochet en Santiago, tanto como el obispo Fernando Lugo se reunía con Pappalardo, Zucolillo, la familia Stroessner, etc., en busca de apoyo electoral para ganar las elecciones del 20 de abril en Paraguay.

Ninguno de estos hombres de fe y comunión diaria hubiera dudado jamàs en dar su respaldo a un enviado de Dios.

Si un rasgo une al obispo Fernando Lugo con George W. Bush, es el fundamentalismo religioso como herramienta política.

LA FACTURA NEOLIBERAL DE GEORGE

En medio de la cortina de humo levantada con un hidronacionalismo pirotécnico en torno al tema de la represa de Itaipú, fabricado por la prensa paraguaya subsidiada por la National Endowment for Democracy y el embajador James Cason, se produjeron enigmáticas visitas al Paraguay de David Rockefeller, heredero del imperio petrolero creado por John Davison en 1870.

Como el cofrade paraguayo y anfitrión de tan importante empresario fue el político Conrado Pappalardo, cuñado del propietario del medio que encabeza la campaña hidronacionalista (ABC color de Aldo Zucolillo), no sería extraño que el día que la Exxon se quede con la parte paraguaya de Itaipú dicho medio presente la transacción como un patriótico y ventajoso negocio para los paraguayos.

Al margen de esa cuestión de fondo, los teólogos y monaguillos de George W. Bush que han logrado hacerse del poder en Paraguay, no tanto por propios méritos como por el unánime respaldo internacional que ha sabido suscitar el aparato de propaganda del imperio -y al que resultó funcional la izquierda latinoamericana-, no exteriorizan una acción consecuente que respalde tanto hidro-nacionalismo cuando se trata de defender las tierras invadidas por personeros brasileños de la transnacional Monsanto en el este del país, o el espacio aéreo que hace casi dos décadas ha dejado de estar controlado por radares sin que nadie se inmute. El nacionalismo, según parece, se limita exclusivamente al agua que corre bajo la represa de Itaipú.
No hay forma ni razones que puedan variar esta conducta de los adherentes del nuevo “fenómeno político” latinoamericano construido con asistencia de los agentes del imperio, sus oficinas de penetración imperialista, sus fundaciones y sus banqueros. El complejo entramado de intereses que han logrado levantar con su poder financiero la USAID, la NED o la IAF, las inyecciones de dólares del Plan Umbral que impulsa la embajada norteamericana de Asunción inyectando dólares a organizaciones civiles fantasmas, se disponen a su turno a pasar la factura en un país sudamericano cuya importancia estratégica para deshacer procesos integracionistas como el MERCOSUR no es indiferente en Washington.
El Sumo Pontífice al que debe la victoria electoral el obispo Fernando Lugo, el presidente George W. Bush, es bien conocido como un mesiánico trastornado que se cree bendecido por Dios para dirigir el país del "Destino Manifiesto", doctrina que el senador disidente Pettigrew definía críticamente como "el grito del fuerte para justificar su expolio del débil".
Al igual que los fundamentalistas religiosos norteamericanos, que consideran a su presidente "el preferido de Dios", la mayoría de los seguidores del obispo paraguayo lo ven como un Mesías sobre el que ha vuelto a posarse el Espíritu Santo en forma de paloma como sobre Jesús en el bautismo de Juan para declarar: "Éste es mi hijo amado, escuchadle".
Del fundamentalismo religioso del que alimentan Bush y Lugo al fundamentalismo político-económico, es decir, a la sagrada fe del mercado, encarnada en el FMI, el BM y la OMC (el verdadero eje del mal, según Ignacio Ramonet) y formulada paradigmáticamente en el "consenso de Washington", sólo hay un paso.
Ahora las fauces abiertas de la hidra neoliberal apuntan al Paraguay, aunque la aplicación unívoca de sus recetas ha conducido derechamente a la ruina a muchos país del Tercer Mundo, en forma desastrosamente proporcional al grado de aplicación ortodoxa de las recetas neoliberales.
El fundamentalismo democrático exportado por el imperio, en fin, se ha impuesto en Paraguay, ha echado raíces en la roja tierra guaraní el único modelo de democracia válido en todo el mundo, autorizado para aplastarse a sí mismo negando la libertad por propia voluntad si es necesario para defender intereses imperiales del norte. La duda metódica es cosa inservible, los dogmas del mercado, la globalización y la competencia feroz están por encima de cualquier especulación mental
Otro rasgo que la embajada norteamericana ha logrado transplantar, catalizando la elección de un obispo como presidente del Paraguay, es el fundamentalismo religioso y su inherente providencialismo, rasgo común de las personalidades religiosas y políticas de Fernando Lugo Lugo y George W. Bush.
Desgraciadamente, este implante de religión en política olvida varios siglos de filosofía de la historia y retorna a una trasnochada teología providencialista de la historia: Dios guía el destino Paraguay y éste sólo tiene dejarse llevar.

LA TEOLOGÍA NEOLIBERAL DEL OBSIPO DE LOS POBRES

Todo lo que Stiglitz condena al enfocar la política tributaria fue implementado por el ministro del obispo Fernando Lugo, Dionisio Borda, para financiar la juerga de unas pocas decenas de burócratas del gobierno.

Dionisio Borda, el agente del FMI que hace de ministro de Hacienda del obispo de los pobres, dijo ayer que el Poder Ejecutivo “está preocupado” por algunas leyes sociales que están siendo proyectadas en el Congreso paraguayo y que “no están bien pensadas”, teniendo en cuenta los recursos económicos del Estado.

Señaló que el gobierno de Fernando Lugo, supuesto obispo de los pobres adscripto a la izquierda, está observando muy de cerca la eventual aprobación en el Congreso de algunos proyectos de leyes como la pensión alimentaria para adultos mayores. Esta ley ya tiene media sanción en la Cámara de Diputados, pero el problema para los sensibles socialistas del obispo es que para solventar el plan implicaría mucho dinero, y no se puede molestar a los burócratas con sueldos principescos ni imponer exacciones a la oligarquía en un gobierno abyecto a los designios del FMI.

También preocupan a los supuestos izquierdistas la jubilación de amas de casa, que de acuerdo a las previsiones supondría una erogación anual de 760.000 millones de guaraníes, y el régimen de pensión mensual a las amas de casas que según los cálculos estimativos necesitaría de un costo anual de 1.520 millones de guaraníes anuales.

El ministro Borda dijo que no hay dinero y que si se aprueban las leyes serán vetadas por el obispo de los pobres.

STIGLITZ, UTILIZADO PARA GOLPE PUBLICITARIO

Aunque hace poco Borda y su equipo invitaron a disertar en Paraguay a Joseph Stiglitz, lejos está el ministro de Fernando Lugo de seguir la línea del crítico de la globalización.

En “Globalización, organismos financieros internacionales y las economías latinoamericanas”, el mismo Stiglitz señaló que lo más llamativo le resultó, desde un principio, fue la enorme diferencia entre las políticas que el FMI impulsaba en Latinoamérica y lo que hacía en Estados Unidos.
Lo mismo podríamos decir de sus anfitriones como el ex ministro de Nicanor Duarte Frutos, Dionisio Borda, quien decidió recibir a un economista y hacer todo lo contrario de lo que éste siempre predicó.
Todo lo que Stiglitz condena al enfocar la política tributaria fue implementado por Borda, quien elevó por las nubes los impuestos para financiar la juerga de unas pocas decenas de burócratas del gobierno, ahogados en el prebendarismo. Basta saber que terminó su gestión ovacinado por el sector de agro exportadores, que promueve en Paraguay el monocultivo de soja, producción que sirve para alimentar a los animales del primer mundo.
Durante su reinado, Borda utilizó el eterno caballito de batalla tan criticado por Stiglitz, el impuesto al Valor Agregado, eximiendo unas cuantas categorías como verduras o hierbas medicinales, pero sin dejar de mantenerlo como un impuesto proporcional. Para colmo, un impuesto proporcional que en un país como Paraguay gravó el sector formal de la economía, según lo señala el mismo Stiglitz. Y dado que sólo lo pagaron unos pocos, introdujo profundas distorsiones en el funcionamiento de la economía.
También durante la gestión de Borda el Banco Central funcionó como si sus directivos fueran un grupo que no tenía que rendir cuentas absolutamente a nadie, y su presidenta ni siquiera se dignó a conceder una miserable entrevista a la prensa. Y tal cual lo señala Stiglitz como norma en casos de esta índole, la economía del país terminó controlada por personeros de la comunidad financiera, con oscuros intereses particulares antepuestos a los nacionales.

La lista de ejemplos que podríamos hacer a Stiglitz, si puntualizáramos todo lo que se contrapone con sus teorías y realizan los responsables de dirigir la economía paraguaya como su anfitrión Dionisio Borda, podría escribir con ellas un segundo tomo de “El Malestar de la Globalización”. El único consejo que debería dar a Dionisio Borda es que se haga un lavado de cerebro antes de reiniciar sus actividades, y haga exactamente todo lo contrario de lo que ya hizo y piensa hacer. Otro consejo que podría ser útil, en este caso al Obispo Fernando Lugo, sería anular los nombramientos uno por uno de todo su gabinete de ministros, en su totalidad exponentes del más crudo neoliberalismo.
Tal es así que al conocer los bellos rostros que aparecían como futuros ministros, algunos se plantearon la interrogante que Stiglitz plasma certera en uno de sus libros: “Cuando un gobierno socialdemócrata actúa igual que uno conservador, el votante tiene todo el derecho a preguntarse: ¿para qué votamos entonces? Al tratar de incluir a todos, los políticos muchas veces terminan alienando y desilusionando al electorado”. Es exactamente el dilema de la hora para el clérigo presidente Fernando Lugo.
Tampoco está demás que Stiglitz sepa que, tal cual lo ha confesado en su sitio web uno de los grupos que lo apoyó electoralmente ( www.tekojoja.org.py/v1/news.php ) su anfitrión ganó las elecciones paraguayas el 20 de abril en ancas de una descarada intervención en su favor del embajador James Cason, ahijado político de Otto Reich, y que su prédica en Paraguay con toda seguridad será una triste y aburrida alocución en medio del desierto.
En fin, la decisión de Fernando Lugo y Dionisio Borda de invitar a Stiglitz, quizá como golpe de propaganda similar a la bandera de la “soberanía energética” que agitó durante la campaña electoral, para después dejar que Brasil le prohíba nombramientos, recuerda la paradoja que Eduardo Galeano señala sobre John Locke.
El conocido filósofo de la libertad en todas sus formas; de empresa, de comercio, de competencia, de contratación, invirtió sus ahorros en la compañía Royal Africa Company. El dinero del filósofo de la libertad contribuyó a los activos de una empresa que se ocupaba de atrapar esclavos en África para venderlos en América. Ya lo dice el viejo refrán: “Haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago”.

¿UN DOMINGO CAVALLO EN EL GABINETE DEL OBISPO DE LOS POBRES?

Una de las medidas más sorprendentes del efímero gobierno del presidente Fernando De la Rúa en Argentina fue nombrar ministro de economía a Domingo Cavallo. Se pretendía sortear así la recesión que sufría el país desde 1999, olvidando todo lo que habían criticado a Menem, fuertemente identificado con las políticas económicas de Cavallo, a lo largo de la campaña proselitista del Frepaso .
Las medidas del economista de Harvard pronto mostraron su ineficacia para De la Rúa y resultaron ser sumamente impopulares, especialmente el corralito que restringía la extracción de dinero de cuentas corrientes y cajas de ahorro, tomada en noviembre de 2001. A raíz de dicha determinación, un estallido espontáneo se desató la noche del 19 de diciembre exigiendo la renuncia de Cavallo, minutos después de que el presidente anunciara por los medios que había declarado el estado de sitio. Al día siguiente, los disturbios también obligaban a renunciar al presidente de la Rúa, quien no había logrado entenderse con su vicepresidente el “Chacho” Alvarez, que había abandonado meses antes el gobierno. De esta manera, el peronismo recuperó el gobierno a pesar de perder las elecciones el año anterior y completó el período de quienes lo habían derrotado en las urnas.
Por la misma senda de Fernando de la Rúa parece haber dado su primer paso el gobierno del obispo Fernando Lugo, al convocar para dirigir el área económica y tributaria del país a Dionisio Borda, de nefastos antecedentes como ministro de Hacienda del presidente Nicanor Duarte Frutos, etapa en la que atacó la pequeña empresa, hostigó al pequeño comerciante y a los trabajadores por cuenta propia, buscando justificarse ante el Fondo Monetario Internacional y olvidando a su propio pueblo. Allanándose a las imposiciones del FMI, Borda llevó la pobreza hasta grados insostenibles, al punto que el deterioro económico que generó con sus políticas acabó tumbando a un partido que llevaba 61 años ganando cómodamente las elecciones en Paraguay.
Las fuerzas vivas y las mafias que se agazapan detrás de Borda demuestran así absoluta inconciencia y desprecio por la condición de sus compatriotas, sacrificando como lo hicieron Mahuad y Noboa en Ecuador, entre tantos otros, los derechos de su propia comunidad ante el altar de los engañosos índices macroeconómicos y los inicuos acuerdos con el FMI que jamás serían aceptados en el modelo que los promueve (el de los Estados Unidos). En el caso ecuatoriano, se insitió en sacrificar al ciudadano hasta niveles estoicos en aras de mantener una presunta cooperación del Fondo que en verdad poco hizo por evitar el fracaso de los sucesivos gobiernos de derechas previos al de Rafael Correa.
Tal como lo ha señalado Joseph Stiglitz y lo han reconocido todos los intelectuales honestos del mundo, ha existido siempre una enorme diferencia entre las políticas que el FMI o el BM impulsaban alrededor del mundo, y especialmente en América Latina, y lo que sus mismos funcionarios hacían en América Latina. Mientras en Estados Unidos el Banco de la Reserva Federal controla la inflación y promueve el crecimiento económico y el empleo, sus homólogos del resto del mundo son restringidos por estos organismos a ocuparse sólo de la inflación.
Además de ser campeones de la privatización de los sistemas de pensiones, algo rechazado enfáticamente en Estados Unidos, el FMI considera inaceptable un déficit fiscal en países como Paraguay, aunque en los países del norte exista consenso en cuanto a que si es necesario tener déficit fiscal para evitar una situación recesiva, hay que tenerlo. Durante el gobierno que llevó al colapso el esquema hegemónico de las últimas seis décadas en Paraguay, Borda introdujo profundas distorsiones en los sistemas contables que alteraron negativamente la economía, llevando a perder oportunidades de inversión y a malograr hasta empresas que habían sido rentables.
Pero quizás el aspecto más negativo de la gestión de Dionisio Borda fue su enfoque de la política tributaria, una visión tributaria –vale la redundancia- a la de los centros de poder, que ignoró olímpicamente el componente esencial de una política democrática en la materia, que por lógica nos dice que los sectores más acomodados deberían pagar más. Ese aspecto no tuvo el trabajo en cuestión, dado que apeló al IVA, recurrente caballito de batalla del FMI.
Como lo esclarece Stiglitz, para democratizar una política tributaria los impuestos deben ser progresivos y no proporcionales como el IVA, aunque puedan eximirse algunas categorías sin alterar mucho el resultado final. Lo más grave es que en países como Paraguay el IVA grava al sector formal de la economía, que es precisamente el que uno quiere impulsar como parte del proceso de desarrollo.
Otro aspecto de la gestión de Borda fue la pérdida de la representatividad del Banco Central del Paraguay, que en manos de burócratas genuflexos a las imposiciones del norte se subordinó a los designios de los organismos y embajadas extranjeras que poco tenían que ver con los reales intereses del país.
El contradictorio nombramiento como timonel de la economía paraguaya de un personaje tan identificado con las probadamente fracasadas recetas de un ente tan desprestigiado en América Latina como el FMI, no sería tan indignante si se diera en el marco de un gobierno neoliberal, salpicado por apellidos de la oligarquía y aplaudido por los centros de poder. Sin embargo, sucede en un gobierno al que la izquierda latinoamericana promocionó incondicionalmente antes de llegar al poder, y al que toda la prensa internacional saludó como el gobierno popular de un teólogo de la liberación tercermundista. LAW

ADJUNTADO:La teología neoliberal
MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN

En tiempos de hegemonía universal casi absoluta, la derecha ultraliberal saborea el manjar de un sectarismo difícil de contestar, porque parte del potencial de la derecha realmente existente se debe a que monopoliza el cupo de gurus homologados en la nómina de Las Sagradas Escrituras, SL; supervivientes a la muerte de los profetas, avalados por un respaldo de medios de comunicación a veces sonrojante, como cuando parece necesario dedicarle páginas y páginas a Octavio Paz en acto de desagravio por haber sido ¡cuestionado! Dos hechos distintos y distantes, el atentado de Tijuana contra el tapado del PRI y la victoria electoral de Berlusconi, el tapado de Craxi, han puesto en movimiento el circo dogmático neoliberal. El atentado de Tijuana, dicen, es consecuencia de la mitificación de la violencia justiciera experimentada con la revuelta zapatista de Chiapas. Se empieza exaltando la razón de una protesta armada y se termina perpetrando magnicidios, como si la cultura de la violencia presente en la vida política y social mexicana hubiera necesitado de la revuelta zapatista para salir de la nada o del limbo. La violencia armada caciquil, el juego sucio represivo de la policía pública, el juego truculento a cargo de los fondos reservados a la mexicana, las policías paralelas, son vicios presentes en México, como razón sine qua non del equilibrio político posrevolucionario conducido por el PRI.
La memoria de los teólogos del neoliberalismo suele ser corta, ahora empieza en Chiapas y termina en Tijuana, lógica consecuencia de un ejercicio de automutilización de toda memoria que no explica el presente necesario... ¿El presente innecesario a quién sirve sino a los desestabilizadores que en referencia a la memoria o a un futuro diferente cuestionan la fatalidad del presente?
La verbalidad prepotente de los gurus alcanza bajuras de logomaquia, encerrados en el círculo de que la democracia formal no lo arregla todo, pero no estropea nada y en cambio las situaciones totalitarias no arreglan nada y se limitan a aplazar el estallido de los problemas convertidos en metralla, en añicos de problemas más difíciles de solucionar que los problemas originales. No hablo pues desde la nostalgia de un desorden universal metabolizado, sino desde la necesidad de desvelar las claves del nuevo desorden, que no pasan por los residuos de la perversidad histórica revolucionaria, sino por las intocadas impotencias contrarrevolucionarias para acabar con la rabia una vez muertos los perros. Ya testimoniado mi auto de fe en la democracia formal, quiero resaltar esta nueva irracionalidad que en nombre de la razón pragmática trata de fijar una verdad universal única, construida a la medida de la conciencia y los intereses de las minorías sociales establecidas y de sus portavoces intelectuales, sensibles al desorden de unos revolucionarios que ponen en evidencia los abusos caciquiles y no ante los abusos caciquiles que han provocado el desorden revolucionario. La nueva derecha se parece como una gota de agua a la derecha de siempre cuando le sale del alma que el desorden es peor que la injusticia.

En el otro extremo de esta cada vez más desvertebrada pero obvia aldea global, la victoria de la derecha italiana encabezada por Berlusconi ha provocado tomas de posición sumamente reveladoras. Desde los que la celebran como una prueba de la salud democrática italiana, sin tener en cuenta el inventario de catástrofes totalitarias que han nacido de la buena salud democrática de algunos pueblos, hasta los que valoran la aportación de la democracia de haber frenado el peligro no ya poscomunista, sino neoestatalista. La posición más sorprendentemente cerebrada, puesto que la ha elucubrado con el cerebro, ante la victoria del polo de la libertad la ha aportado el presidente de la Generalitat de Cataluña, el muy honorable Jordi Pujol sostenedor del principio de que Berlusconi es tan demócrata como Occhetto. Al margen de las intenciones y trastiendas del Gran Telécrata, objetivamente, el honorable Pujol está en condiciones de darse cuenta de que en el polo de la libertad figuran neofascistas que en más de una ocasión, y muy recientemente, han revelado sus auténticas intenciones de llegar a la conquista del Estado italiano para hacerle la cirugía total. El señor Pujol ha convivido con el fascismo a la española toda una vida, y debería saber que cuando se empieza a saludar con el brazo en alto en Roma hay más posibilidades de que él algún día se vea obligado a saludar con el brazo en alto en la plaza de San Jaime mientras arrían, al atardecer, la bandera española, que no la catalana. El honorable Pujol y yo hemos presenciado estas escenas muchos años, avaladas por la ideología de una fuerza política que se presentó a elecciones democráticas hasta la guerra civil y que luego las erradicó mientras estuvo en condiciones de ser la principal clientela política y social del franquismo totalitario.
Pero en el fondo están tan inseguros con su receta neoliberal, a la vista no ya de cómo el mundo se rompe en nortes y sures absolutos, sino de cómo la propia Europa se desorienta cardinalmente y teme la incapacidad de sus estructuras para garantizar su orden interior y la relación de ese orden con el canibalismo del sistema universal, que han perdido la imaginación liberal, esa Imaginación liberal que dio título a uno de los mejores libros de crítica literaria y cultural de nuestro tiempo, de Lionel Trilling, recordado recientemente por Vargas Llosa en estas páginas en un ejercicio de apropiación, un tanto indebida, por parte de una nueva imaginación liberal carente de imaginación crítica. De imaginación crítica y de experiencias comprobables, por lo que se razona y se habla desde la verdad revelada desde la teología neoliberal. Porque si bien es cierto que las utopías maltrechas fraguadas en los últimos cien años no tienen qué realidades enseñar, ni siquiera dónde caerse muertas, ¿dónde está el bravo mundo feliz creado por el liberalismo económico y las democracias trucadas, más allá de las cada dia más amuralladas ciudades libres, donde moran las sociedades abiertas y sus profetas?

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