
(LUIS AGÜERO WAGNER) Lejos de la firmeza hidro-nacionalista pirotécnica prometida, día a día la política claudicante ante Brasil se instala con más fuerza en el gobierno del obispo Fernando Lugo.
Es una norma establecida por gobiernos anteriores y que se mantiene, que las fuerzas represivas de Paraguay asesinen campesinos paraguayos en defensa de terratenientes brasileños, pero condecorar al mismo gobierno que en estos momentos realiza operativos amenazantes de invasión, es una actitud claudicante nunca vista.
Antes de que asuma el gobierno de Fernando Lugo, por supuesto, quien esta semana entregó condecoraciones al embajador brasileño Walter Pecly.
Para mayor humillación, el diplomático del imperio del Brasil se despidió con admoniciones y consejos al Paraguay, entre otras cosas afirmando que el pais debería superar su "delirio de persecución".
Palabras reconfortantes por parte de un referente de un imperio que arrasó el Paraguay cometiendo un genocidio contra su población, saqueando hasta los cementerios y sin dejar piedra sobre piedra.
LAS AMENAZAS DEL GENERAL
El generl José Carvallo, Jefe del Comando Sur del Brasil, afirmò que si el presidente Lula Da Silva lo ordena, ocuparán la represa de Itaipú.
Las declaraciones causaron un profundo malestar en el gobierno paraguayo, precisamente envuelto en una crisis de gabinete interna.
Paraguay y Brasil se encuentran además envueltos en una disputa por la pretensión de la administración de Fernando Lugo de subir el precio que Brasilia paga por la energía excedente de Itaipú, para lo cual debe renegociarse el acuerdo bilateral, que el Ejecutivo de Lula rechaza modificar. A estos temas, se agrega la tensión provocada por la permanente amenaza de campesinos "sin tierra" paraguayos de invadir tierras de brasileños instalados en Paraguay -los llamados "brasiguayos"-, en una franja que el gobierno de Brasilia parece considerar un Sudetes Sudamericano
VIAJANDO POR CUENTA DE LULA
Varias figuras políticas paraguayas calificaron de lamentable y bochornoso que el clérigo-presidente Fernando Lugo viaje al Brasil, con la supuesta intención de realizar reclamos a Lula da Silva, en un avión de la Fuerza Aérea Brasileña.
¿Podría exigir respeto un presidente que viaja, casi secuestrado, en un avión enviado por el emperador de una potencia a quien dice pretender enfrentar?
El vicepresidente Federico Franco cuestionó que el presidente Fernando Lugo haya viajado a Brasil en un avión de la Fuerza Aérea de ese país, a fin de tratar el tema de la renegociación del tratado de Itaipú. Franco lamentó el hecho y sugirió al presidente del Congreso, Enrique González Quintana, incluir un presupuesto para la compra de un avión presidencial.
“Es absolutamente lamentable que el presidente de la República del Paraguay fuese quien tenga que ser trasladado a distintos lugares en aviones de otro país”, indicó.
Franco se sumó así a las numerosas críticas que surgieron ayer porque el presidente Fernando Lugo utilizó un avión de la Fuerza Aérea de Brasil para ir a tratar el delicado tema de la renegociación de la deuda de Itaipú, con su par brasileño Luiz Inácio Lula da Silva.
El jefe de Estado paraguayo subió al Jet Legacy 135, de industria brasileña Embraer, equipado solo para trece pasajeros, acompañado del canciller Alejandro Hamed Franco, del ministro de Hacienda y agente del FMI Dionisio Borda, del ministro de Industria –su financista durante el proselitismo- Martín Heisecke, del director general paraguayo de la Itaipú y conspicuo referente del neoliberalismo en Paraguay, Carlos Mateo Balmelli y otros cercanos colaboradores.
El portentoso aparato turbo partió a las 6.45 de la sede de la Primera Brigada de la Fuerza Aérea, ubicada en Luque, y de acuerdo a informes proveídos el aparato solo necesita de dos horas para llegar a São Paulo, donde Lugo y comitiva hizo su primera escala, y de allí una hora para la capital brasileña.
Nadie pudo dar una respuesta sólida a la pregunta del porqué el Presidente paraguayo aceptó viajar en un avión de la Fuerza Aérea Brasileña y no en una nave paraguaya
“Nos preocupa que eso pueda finalmente incidir en el resultado de la negociación, porque estas son señales diplomáticas que a Itamaratí no se le escapa, no es casualidad. Nos parece que esas son cuestiones que hay que cuidar. Si no tenemos cómo ir, y bueno, o nos vamos en colectivo, o nos vamos como sea necesario. Yo creo que también aquí en el Paraguay hay muchas personas que pueden colaborar con la causa, en el sentido de que pueden facilitar un medio de transporte" dijo por su parte el senador Sebastián Acha.
La aceptación del presidente Lugo de la gentileza brasileña para acudir a una reunión en donde va a reclamar más beneficios para el Paraguay al gobierno de Lula Da Silva en torno a la hidroeléctrica Itaipú generó molestias en algunos dirigentes de la propia Alianza Patriótica para el Cambio, un conglomerado de fuerzas cooptadas por la embajada norteamericana de Asunción, en su mayoría financiadas por donaciones de USAID, el NED, IAF y otras fundaciones anexas a la CIA a través de ONGs establecidas como mampara.
La mayoría de las fuentes indicaron que el mandatario paraguayo debería de haber demostrado más autonomía y asistir a esa reunión con el gobierno brasileño con los medios que posee el Paraguay. Resaltaron además la falta de asesoramiento al jefe de Estado para las relaciones diplomáticas.
“Nos vamos totalmente entregados” opinó por su parte Luis Sarubbi, Diputado colorado.
“Da la pauta de que nos vamos totalmente entregados”, ya que “nos estamos yendo sobre el caballo del enemigo”, según opinó el diputado colorado Luis Sarubbi sobre el viaje de Lugo en un avión del Brasil.
El legislador se preguntó: “¿Entonces a qué vamos?, y sentenció que “ojalá que salga bien” (por la renegociación del Tratado de Itaipú).
“Cuando uno se achica, se muestra achicado, se va acomodado en un avión que le manda el mismo presidente Lula, entonces quiere decir que ya hay todo un arreglo”. “No sabemos cuál es el arreglo, pero irte en un vehículo ajeno para ir a negociar, es ir a la merced de tu enemigo”.
BRASIL Y EL SUB-IMPERIALISMO EN PARAGUAY
El imperialismo de segundo grando o sub-imperialismo brasileño en Paraguay, fenómeno de vieja data, quedó ya en evidencia cuando el Gobernador brasileño del Estado de Paraná Roberto Requiao se unió al embajador norteamericano James Cason, haciendo campaña proselitista en favor del obispo Fernando Lugo, candidato presidencial de la Alianza Patriótica para el Cambio. El hecho fue calificado por el gobierno paraguayo anterior como una abierta injerencia –una más de las tantas- en los asuntos internos de la República del Paraguay, algo que ya es costumbre en un país donde las embajadas inspiran mayor lealtad que el gobierno a grandes sectores de la ciudadanía, que si no reciben órdenes y dinero, se dejan sugestionar con facilidad por este tipo de presiones psico-sociales.
También confirmó lo lejos que el Paraguay se encuentra de ejercer soberanía sobre sus asuntos, y que en forma insolente le dictan normas embajadores de Estados Unidos, Brasil, Taiwán y también lo haría el embajador de Etiopía o Birmania si estuvieran acreditados en el cuerpo diplomático de Asunción.
Con una agresividad desproporcionada, Requiao atacó con virulencia al gobierno del presidente paraguayo Nicanor Duarte Frutos y le recomendó en tono de velada amenaza “estarse quieto” y entregar el poder a su amigo el obispo Fernando Lugo, quien lo visitaba con frecuencia en misteriosos viajes al Brasil. Con su abierta participación en la campaña electoral del Obispo, el gobernador brasileño violó cuando menos tres artículos de la Carta Magna paraguaya y el artículo 14 del código electoral, que impide a movimientos y partidos paraguayos subordinarse a gobiernos o agentes extranjeros.
Requiâo (nacido en Curitiba el 5 de marzo de 1941) es un político oriundo de una familia acaudalada y con fama de bon vivant que inició su carrera como diputado del derechista PMDB, habiendo sido elegido anteriormente diputado estatal de Paraná, alcalde de Curitiba y senador en 1994. Desde el año 2006 es gobernador del estado brasileño de Paraná, luego de haber derrotado a Osmar Díaz por el escaso margen de diez mil votos. Versiones difundidas en Paraguay también lo señalan como colaborador de la inteligencia del dictador Stroessner y socio comercial del ex presidente Juan Carlos Wasmosy, quien accedió a la primera magistratura en Paraguay por la vía del más escandaloso fraude de su historia.
Roberto Requiao fue entonces mucho más lejos de una simple opinión, ya que puso en evidencia -como hoy el incidente del avión brasileño- el incoherente discurso del Obispo con respecto al Brasil, al que declara en la prensa que “confrontará” por el tema de la administración de la represa hidroeléctrica de Itaipú, un recurrente argumento utilizado desde hace cuarenta años por la oposición paraguaya para intentar ganar votos, hoy instrumentado para restar popularidad al MERCOSUR entre la opinión pública. Difícilmente nuestro voluble obispo podría confrontar con un país desde el cual está siendo financiada su campaña.
La complicidad del Brasil con el imperio norteamericano para sentar sus reales en Paraguay tiene una vieja data, desde que en la década de 1930 su influencia desplazó a los intereses anglo-argentinos dominantes en Paraguay desde la devastación genocida que en el siglo XIX inspiró y sufragó contra este país el imperialismo británico.
En el año 1965, cuando el presidente norteamericano Lyndon Jonson decidió invadir República Dominicana en defensa de intereses de su propia industria azucarera, el dictador Stroessner envió a soldados paraguayos a participar de la matanza junto a una fuerza multinacional que actuó en nombre de la “comunidad internacional”, apodo bajo el cual disfraza ocasionalmente Washington sus intervenciones. Los soldados paraguayos actuaron bajo las órdenes de un general brasileño, Panasco Alwyn, en defensa de los intereses norteamericanos, a pesar de que algunos de ellos acababan de enfrentarse a tiros con tropas brasileñas por la posesión de los Saltos del Guairá.
Las carnales relaciones que se evidencian entre el Obispo Fernando Lugo con Lula Da Silva y la oscura financiación de su campaña, se suman a la incoherencia de haberse presentado como un izquierdista teólogo de la liberación tercermundista para terminar aliado a los propagandistas del neoliberalismo en Paraguay, apoyado por grupos financiados por el embajador norteamericano, y como candidato de un partido conservador apoyado por los medios vinculados a la ultraderecha y personeros del Plan Cóndor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario