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viernes, 4 de julio de 2008

BARRICADAS CONTRA LA IMPUNIDAD CATÓLICA


(LUIS AGÜERO WAGNER)

Ya hace 25 siglos un poeta trágico griego afirmaba que un Estado donde queden impunes la insolencia y la libertad de hacerlo todo, termina por hundirse en el abismo. Es precisamente en ese abismo que está sumida la idílica república burguesa del obispo de los pobres, el clérigo-presidente Fernando Lugo, por obra y gracia de su cofrades de la Conferencia Episcopal y su cabecilla el antiguo militante de las juventudes hitlerianas.

La garantía de impunidad para los represores ha sido desde siempre para los protegidos por Roma una invitación al crimen, y teniendo en cuenta ello es que cientos de estudiantes de la Universidad Católica de Asunción amontonan a estas horas sillas, mesas y pupitres en su sede, preparándose con barricadas en los portones de dicha casa de estudios, para resistir una nueva represión policíaca como la de un par de días atrás.

Los estudiantes iniciaron la protesta para pedir que se revea la designación como rector de dicha universidad de José Moreno Rufinelli, un obsecuente servidor del dictador neo nazi Alfredo Stroessner, que gobernó con sangrientas represiones y con el apoyo de Estados Unidos por más de tres décadas en Paraguay. Algunos docentes de la universidad se hicieron presentes en el lugar y confirmaron que también se encuentran en contra de la designación del rector Antonio Moreno Rufinelli, aunque no estén a favor de la medida de fuerza instalada en el local por los alumnos.

Moreno Rufinelli fue redactor de la ley liberticida 209 que permitió a Stroessner enviar a miles de disidentes a las mazmorras de su régimen, pero sus nefastos antecedentes no le impidieron ganarse el favor de los obispos y del Vaticano, que se ratificaron en su nombramiento. La jerarquía católica ha desoído así, haciendo honor a su tradición, el llamamiento de reconocidos luchadores por los derechos humanos de todo el mundo, entre ellos el premio Nóbel de la paz Adolfo Pérez Esquivel, quien remitió una nota de respaldo a la protesta estudiantil dirigida al titular de la Conferencia Episcopal Paraguaya, monseñor Ignacio Gogorza. Una parte de la misiva expresa que Moreno Rufinelli "tiene un vasto currículo de carrera como militante stronista. Fue el mejor egresado de la Escuela Nacional de Guerra en 1976, en plena época del Operativo Cóndor, pacto entre las dictaduras de la región que dejó más de cien mil víctimas en toda América Latina" además de haber sido “un protagonista activo del régimen dictatorial del general Alfredo Stroessner, que ha bañado en sangre al Paraguay por 35 años, ejerciendo un terrorismo de Estado que hasta hoy ha quedado mayoritariamente impune y que ya no puede quedar en silencio”

El responsable del hallazgo de los archivos del Terror, Martín Almada, ha señalado por su parte en una nota que la destitución de Moreno Rufinelli es imprescindible para que la Universidad se manifieste como conciencia crítica del país, y anulando el nombramiento del represor rinda “un justiciero homenaje a los profesores y estudiantes que fueron víctimas de la Dictadura militar de Alfredo Stroessner, comprometido con el Plan Cóndor Criminal”

La impunidad tiene un frondoso historial en las instituciones católicas, donde abusos e iniquidades en un altísimo porcentaje han pasado sin gloria ni pena alguna, y donde en su momento se puso precio hasta a las indulgencias divinas, a la facultad de redimirse de la penitencia de los sambenitos e incluso al perdón permanente para la piratería, saqueo y despojo.

A pesar de la complicidad de la prensa mediática, que ocultó y manipuló cuanto pudo durante años las denuncias constantes de abusos sexuales en contra de niños, sobre todo, cometidos por curas católicos, han trascendido a la opinión pública casos espeluznantes de estas aberraciones como el de los curas y cardenales de Boston en los Estados Unidos. El cardenal Bernard Law protegió infinidad de abusos sexuales, y tuvo que renunciar a su obispado en el 2002 ante el revuelo que produjo este escándalo a nivel mundial.

No obstante, el entonces papa Wojtyla, Juan Pablo II, en su momento estrecho colaborador de la CIA, se vio precisado a intervenir. Su medida fue regañar a los cardenales norteamericanos por haber reconocido públicamente la existencia de abusos sexuales y entregar a la justicia los nombres de los pedófilos culpables, a pesar de que él, a nombre del Vaticano y de manera expresa, había ordenado todo lo contrario: encubrimiento e impunidad. La misma medida había ordenado años antes cuando salió a luz el escándalo de las cuentas del Banco Ambrosiano, apelando a un Pacto firmado entre el Papa de Hitler (Pio XII) con Benito Mussolini para salvar el pellejo al cardenal Paul Marcinkus.

En el año 2006 la sala de prensa del Vaticano, a través del portavoz del Papa, Joaquín Navarro Valls, anunció que Benedicto XVI ordenó al fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, culpable no solamente de abuso sexual, sino de depravación y uso de drogas, retirarse "a una vida reservada de oración y penintencia, renunciando a todo ministerio público". Es decir, el impedimento de impartir misa fue el castigo por abusos sexuales que el cura había perpetrado a lo largo de más de 50 años. El “terrible castigo" impuesto a Maciel consiste asimismo en la prohibición de dar conferencias o discursos, así como conceder entrevistas a la prensa, pero se evitó un proceso canónico por la avanzada edad del afectado. En otro caso todavía más reciente, el capellán von Wernich, tras ser condenado por la justicia argentina por su activa represión en tiempos de Videla, logró a pesar de todo conservar sus facultades para celebrar misa dado que la iglesia no lo había enjuiciado nunca.

Y el primado Aramburu en varias oportunidades ejerció de abogado de Videla, negando la existencia de desaparecidos en Argentina, del mismo modo que la Conferencia de Obispos del Paraguay hoy niega el pasado de terror que vivió el Paraguay bajo la dictadura de Stroessner, protegiendo a uno de los principales redactores de leyes liberticidas durante su régimen. LAW

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