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jueves, 28 de abril de 2011

La mazorca genuflexa de Fernando Lugo

La Mazorca era el nombre con el cual se conocía un gran instrumento de control dentro del gobierno rosista, creada bajo el nombre originario de "Sociedad Popular Restauradora", en 1833, durante el gobierno de Juan Ramón Balcarce. Esta asociación tenía como misión la persecución de todos los enemigos del régimen, para que cunda el ejemplo, y fomentar el clima de adulación hacia la persona del Restaurador Juan Manuel de Rosas.
La Mazorca había tenido su origen hacia 1833 como una organización de la facción "apostólica" en lucha contra la disidencia de los "Lomos Negros". Luego de 1835, con la suma del poder público, La Mazorca perdió su espontaneidad inicial y se trasformó en una institución totalmente controlada por el Restaurador.

Utilizada como fuerza de choque, La Mazorca se convirtió en una poderosa fuerza política dentro del gobierno rosista, teniendo su periodo de apogeo cuando estalló la crisis política de 1838. A partir de ese momento, se incrementó la violencia para mantener el orden, fundamentalmente entre octubre de 1840 y abril de 1842.

De la mazorca al Chupamedia
br>Por la misma época en que la mazorca mantenía el orden en Argentina, en Paraguay gobernaba el supremo dictador José Gaspar Rodríguez de Francia, un jacobino de pocas pulgas que prácticamente fusiló a todos sus compañeros de la causa independentista paraguaya, antes de inspirar una famosa novela a Augusto Roa Bastos.

Cuentan que en una oportunidad, sugirió a unos médicos europeos de visita por Paraguay, que estudiaran la anatomía ósea del paraguayo, a ver si podían descubrir cuál hueso le faltaba para poder levantar la cabeza y evitar genuflexiones. Francia pateaba contra su propia olla con estas observaciones, dado que de no estar arraigado el espíritu genuflexo en sus compatriotas, no hubiera gobernado de manera autocrática y absolutista por décadas.

El desaparecido escritor paraguayo Helio Vera desentrañó los misterios que desvelaban al supremo dictador en su divertido ensayo “En busca del Hueso Perdido”, un libro que no por humorístico deja de pintar con precisión asombrosa la idiosincrasia nativa.

Lo cierto y tanginble es que de la mazorca de Rosas a los chupamedias que sostenían a los dictadores paraguayos del siglo XX, sólo hubo un imperceptible paso.

La institución del chupamedia, como se conocía en Paraguay al integrante del grupo equivalente a la mazorca rosista, tuvo su auge durante la dictadura de Alfredo Stroessner, en la que se destacaban como zalameros y organizadores de grupos de choque que defendían al poder imperante, y pasando luego la gorra por las ventanillas de cobro.

Con el advenimiento de la transición democrática a partir de 1989, muchos pensaron que la especie había entrado a una etapa de franca disminución, algo que era perceptible en la convivencia ciudadana.

El caudillismo había empezado a mermar, y la tolerancia, lenta y gradualmente, se había venido apoderando de los espíritus. Sin embargo, a partir de abril del año 2008, la tendencia se revirtió.

El chupamedia, especie que se creía en extinción en Paraguay, demostró con el advenimiento del gobierno del cura Fernando Lugo, que había logrado reproducirse y salvarse con éxito de la amenaza de la desaparición.

Uno de los primeros en dar nuevos ímpetus a la especie fue el hermanazo Pompeyo, quien afirmó en una de sus primeras apariciones, que luego de concluir su mandato, Lugo podría ir al Vaticano a postularse para Papa.

No se quedaron atrás algunos periodistas como Mario Ferreiro, sospechoso de ser un padre sustituto del luguismo más, quien defendió a sus patrones encubriendo la censura a su compañero de trabajo Manuel Cuenca, en la lona por haber desagradado con sus espacios a ciertos aliados del luguismo. Otro que competía por el premio "el calcetín de oro", Leo Rubín, demostró que no vendía barata su genuflexión: había 43 mil razones de color verde provenientes de Itaipú para tanta reverencia.

La bancada del Frente Guasu tampoco es subestimable, y lo demostró cuando se opuso a que Hortensia Morán presente su libro, que narra su relación con Lugo, en uno de los escenarios que tiene la Municipalidad para actos públicos. Entre los chupamedias destacaron conocidas figuras como Pepa Kostianovsky, con varios familiares nombrados por el luguismo en puestos prebendarios.

Tampoco puede olvidarse en el cuadro de honor a Marcos Fariña y sus "tres prestigiosos laboratorios", que fueron capaces de desafiar a la ciencia para obtener los resultados que agradan al poder en sus análisis de ácidos nucleicos.

Pero si alguien se llevó las palmas en los últimos días fue Camilo Soares y su micro-partido-ONG Pmas, cuando pidió la reelección del cura mientras la población desesperada abarrotaba los hospitales afectada por la epidemia de dengue. Mirándose el ombligo e intentando contagiar su ceguera, el grupúsculo de Soares intentó así levantar una cortina de humo para tapar el inocultable fracaso del gobierno arzobispal.

El diputado franquista Enrique Salyn Buzarquis, definió al prototipo de "chupamedia de Lugo" al describir al ministro de Obras Públicas y Comunicaciones, Efraín Alegre, a quien acusó de chantajear a los intendentes y gobernadores liberales con obras de empedrado y asfalto a cambio de recibir un apoyo político.

"Esa actitud es de chupamedia; demasiado quieren ponerse bien con Lugo. No saben qué hacer. Si Lugo les dice hagan salto largo, van a hacer; ahora, para defender a los correligionarios, olvídense", se quejó el diputado ante los medios.

Asimismo, se acusó a otro diputado liberal, Víctor Ríos, de ser capaz de presentar un proyecto de ley para eliminar las senadurías vitalicias y también el parlamento, con tal de congraciarse con Lugo.

Muchos pensaban que con el advenimiento de un gobierno diferente al de los colorados, algo cambiaría en Paraguay en cuanto a las genuflexiones y otros gestos de chupamedias. Se esperaba que una especie semejante terminaría en el basurero de la historia.
Sin embargo, hoy la dura realidad de los Camilo, Pepa, Leito, López Perito y otros nos dice que ello no es así.

Evidentemente, los muertos que mata el cura Lugo gozan de muy buena salud, entre ellos la inextinguible especie de los chupamedias.

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