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lunes, 12 de octubre de 2009

Un Obispo sin palabra ni moral

Dijo Bertrand Arthur William que la humanidad tiene una doble moral, dado que una predica y no practica y la otra practica pero no predica. Para comprobar cuánta razón tenía este pensador nacido en Gales, basta observar el comportamiento de los actuales gobernantes de Paraguay.

Mientras el clérigo-presidente Fernando Lugo se relaja con un crucero en el Caribe, y su secretario de emergencias Camilo Soares se castiga en el balneario de los paraguayos ricos, San Bernardino, la prensa anunció esta semana la patética noticia del fallecimiento de doce personas en el interior del Paraguay como causa de la desnutrición.


Indudablemente, el gobierno de Lugo es un excelente ejemplo de cómo los valores morales se pierden sepultados por los económicos. La indignación que sus seguidores mostraban desde la oposición, evidentemente era apenas lo que Herbert George Wells señalaba como simple envidia con aureola.


Esta semana se anunció que el presupuesto general de gastos de Paraguay para el 2010 tendrá un déficit de 400 millones de dólares y que el año próximo no habrá aumento de salarios para los más de 220.000 funcionarios, incluyendo soldados y oficiales militares y policiales.


Paralelamente, los indicadores económicos siguen dando signos negativos, el producto interno bruto sigue cayendo y la pobreza crece. La crítica situación hace que el gobierno deba apelar a la emisión de bonos para cubrir apenas los gastos fijos del presupuesto general de gastos del año entrante.


Mientras su palabra se desvaloriza cada vez más, Lugo no deja de apelar al mismo discurso cada vez más vacío de contenido y credibilidad.


La retórica, lo dijo Aristóteles, es la facultad de determinar en un caso particular cuáles son los medios de persuasión de que se dispone. Desafortunadamente para nuestro héroe ensotanado, los argumentos hace tiempo están agotados.



MAS ENDEUDAMIENTO



El ministro Borda, desde que asumió el cargo, inició un proceso de endeudamiento del país, en primer lugar con emisiones de bonos para cubrir la deuda pública vencida y, en segundo lugar, obteniendo créditos de organismos financieros multilaterales con el argumento de enfrentar la crisis financiera mundial. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) formalizó hoy en Asunción un préstamo de 65,6 millones de dólares a Paraguay teóricamente para construir puentes y carreteras, así como para el mantenimiento de obras viales en regiones rurales.


El crédito fue protocolizado durante un acto en el que participaron los ministros de Hacienda, Dionisio Borda, y de Obras Públicas, Efraín Alegre, y el vicepresidente para Países del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Roberto Vellutini.


Al mismo tiempo, el gobierno anunció que entregará varias rutas del país a la voracidad del sector privada, encareciendo la circulación con onerosos peajes. Casi en forma simultánea al proyecto de privatizar las rutas, manifestantes protestaron por semáforos en los accesos de la ciudad, con los cuales amigos del clérigo-presidente lucran con las multas.


Según las quejas de la ciudadanía, la concesión de la explotación de multas es una retribución del obispo a contribuyentes que aportaron para su campaña proselitista.
El Ministerio de Hacienda, desesperado por obtener fondos, también lanzó una nueva colocación de bonos del Tesoro en el mercado local por 295.000 millones de guaraníes para solventar el gasto público.


Esta es la tercera emisión del ejercicio. Las dos anteriores fueron por un total de 387.000 millones de guaraníes.


Esta tendencia se acentuará en 2010, según el proyecto de presupuesto, que prevé ampliar este tipo de endeudamiento hasta 250 millones de dólares, de los cuales el 80 por ciento sería captado en el mercado internacional.


Simultáneamente, las recaudaciones bajaron a la quinta parte, algo que los trascendidos atribuyen a que varios de los poderosos empresarios que apoyaron el proselitismo del obispo Lugo han quedado exonerados de cumplir con sus responsabilidades impositivas.



EXPERIENCIAS EN EL PASADO



El Estado realizó la mayor colocación de bonos en 1999, durante el gobierno de Luis González Macchi. Fue por un monto de 400 millones de dólares vendidos a bancos privados de Taiwán, a 20 años de plazo, cinco años de gracia, y una tasa de interés Libor más 1%. Los fondos supuestamente eran para pagar a ahorristas estafados y reactivar la economía, lo que nunca sucedió, dado que la mayor parte de los fondos terminó regando los bolsillos de la clase política y se descargó sin escala en las playas de Punta del Este.



El mismo presidente González invirtió en varias mansiones, una de ellas en Estados Unidos, con el evidente propósito de reactivar su propia economía.


Desde ese año, la ciudadanía viene pagando intereses de esa pesada carga.
En enero del próximo año, Hacienda debe pagar 75 millones de dólares, teniendo en cuenta que la cuota de julio de este año fue diferida para el primer mes del 2010.


A pesar de la nefasta experiencia que Lugo y los suyos no cesan de ejemplificar para justificarse, vuelven a tropezar con la misma piedra y cometer los mismos errores.


Es que como se expresaba Albert Camus, al principio de las catástrofes, y cuando han terminado, se hace siempre algo de retórica. En el primer caso, aún no se ha perdido la costumbre, en el segundo, se ha recuperado. Es en el mismo momento de la desgracia cuando uno se acostumbra a la verdad.

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