A PROPÓSITO DE FERNANDO LUGO: GRASSI VIVÍA COMO UN SIBARITA
"Grassi vivía como un sibarita”
Juicio. El abogado querellante explica los motivos por los cuales pidió 37 años de prisión para el cura.
08-06-2009 / Poco tiempo antes de la sentencia en el caso del sacerdote, el abogado querellante dispara con todo.
Por Lucas Cremades
El juicio a Julio César Grassi por 17 supuestos casos de abuso sexual contra menores de edad que vivían en la Fundación Felices los Niños que comandaba el cura, duró nueve meses. La sentencia se conocerá el próximo 10 de junio y el abogado querellante, Juan Pablo Gallego, dialogó con Veintitrés acerca de los detalles de los que se valió en su trabajo para pedir una condena de 37 años de prisión. “Grassi vivía la vida de un sibarita”, afirmó el letrado para tratar de graficar la vida del sacerdote.
–¿Lo dice porque Grassi asegura que va a quedar en libertad?
–Grassi ha conducido su defensa durante todo el juicio. Su estrategia estuvo ligada estrictamente a la cuestión mediática. En esta etapa final no ha tenido los abogados que tuvo al principio como Luis Moreno Ocampo, o Julio Virgolini. Ningún abogado con un mínimo de prestigio aceptó sentarse en el banquillo junto a él, lo que explica esta estrategia loca que lo llevó a este camino sin salida.
–¿A qué se debe esta estrategia?
–En mi alegato final hice un análisis de cómo funciona la cabeza de los violadores y de los abusadores sexuales. Cualquier otro delincuente que esté a punto de ser condenado buscaría la forma de colaborar con la Justicia a fin de conseguir una atenuación del tribunal. Pero de estos delitos contra los niños no se vuelve. Este hombre ha jugado una cruzada a todo o nada y para él, buscar una atenuación implicaba reconocer lo que realmente es. Esto explica el juego suicida de este pedófilo.
–Es difícil creer que no se haya defendido con abogados...
–Es que los hechos fueron ratificados por las víctimas ante el tribunal, también hubo infinidad de testigos y sobre todas las cosas están las apreciaciones de los peritos forenses a quienes no se los puede acusar de complots, como el cura sigue diciendo. Hay peritos de Santa Cruz, de Morón, de Lomas de Zamora, de San Isidro; todos y cada uno de ellos que revisó a las víctimas coincidió en que no hay dudas de que son jóvenes victimizados sexualmente y que señalaban a Grassi como autor.
–¿Su comportamiento refleja que tenía componentes que lo equiparan con un delincuente sexual?
–Los peritos de Santa Cruz dieron detalles de su comportamiento simulador. En el juicio, un sacerdote de la Iglesia Católica contó cuando este sujeto se iba con un chiquito del hogar y regresaba a las siete de la mañana, dormía hasta el mediodía y a la noche seguía de joda. En ese marco del juicio se lo veía desfigurado y frente a las cámaras de televisión decía: “Me fue muy bien, sigo ganando, los testigos me favorecieron”. Lo cierto es que Grassi no se defendió en el juicio sino que se suicidó jurídicamente.
–¿Cuál es el verdadero rol del animador Raúl Portal?
–Tiene una personalidad de características parecidas a la de Julio Grassi. Mucha gente debe pensar que por ser su amigo lo defiende. Sin embargo al ser interrogado por el fiscal como testigo de la defensa dijo: “Yo creo que es inocente pero no sé dónde vive ni dónde duerme ni con quién vive ni con quién duerme”. Portal aclaró que su única función era pedir plata porque era conocido públicamente. Fue patético.
–¿Pudo ver el rostro de Grassi cuando Portal dijo esto?
–Sí. Creo que fue un golpe duro, quizá porque este payaso (por el animador) representaba para el tribunal una suerte de persona que lo defendía con fervor. Y hubo cierta desazón y hasta una situación de traición, a tal punto que Portal fue asesorado por otros abogados que no eran los abogados de Grassi. Entonces su estrategia fue decir que no sabía nada.
A pocas horas de la sentencia, Grassi espera un milagro. La Justicia resolverá.
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