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viernes, 20 de marzo de 2009
EL IMPERIALISTA Y EL OBISPO
Se ha hecho evidente que el requisito para ser aliado de Fernando Lugo(*), curioso izquierdista, es ser enemigo de la izquierda. Uno que reunió este requisito fue el embajador norteamericano James Cason.
De él nos habla Juan Marrero en esta nota:
Al frente de la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana (SINA) han estado desde su creación en 1977 distintos diplomáticos que han respondido dentro de matices diferentes a las políticas de hostilidad contra Cuba de las administraciones de James Carter, Ronald Reagan, George Bush, padre, William Clinton y George W. Bush, hijo.
Pero, entre todos ellos, James Cason, representante del gobierno de George W. Bush—ha sido el peor de todos en razón de sus insolentes, injerencistas y provocadoras acciones y declaraciones desde que puso un pie en tierra cubana el 10 de septiembre de 2002, hace exactamente dos años y diez meses.
El pasado 4 de julio, según publicaron el Nuevo Herald, de Miami, y algunas agencias noticiosas, Cason montó su última payasada para celebrar el día de la independencia de Estados Unidos. Reunió en los jardines de su residencia a los cabecillas de los grupúsculos y a periodistas denominados independientes que figuran en el listado de asalariados favoritos de la Sección de Intereses de Estados Unidos, y entre tragos de whisky y otras bebidas alcohólicas de fama mundial, develó una réplica de la estatua de la libertad de unos 9 metros de altura que portaba en su antorcha un disco con el número 75, en alusión al número de sus mercenarios que fueron juzgados y sancionados a distintas penas de prisión por tribunales cubanos en marzo de 2003 por conspirar en un plan de desestabilización del país y crear pretextos para una agresión militar norteamericana a Cuba.
Lo que hizo Cason el 4 de julio no era ninguna novedad. Su mente, indudablemente, está programada para la repetición o para obedecer las órdenes de sus jefes, tan escasos de creatividad como él mismo. En la última Navidad, como es sabido, montó un arbolito con igual diseño en los jardines de la Sección de Intereses de Estados Unidos, frente al Malecón habanero. Los artistas plásticos cubanos, incluyendo a los caricaturistas, le dieron contundente respuesta levantando gigantescos murales con las fotos de torturas de los soldados norteamericanos a prisioneros en la cárcel de Abu Ghraib y con caricaturas ridiculizando al Jefe de la SINA.
Cason aprovechó el encuentro para lanzar ataques contra la Revolución Cubana, y aseguró que el gobierno de Fidel Castro “está literalmente en las últimas” y que “no puede durar mucho”. En la sección La Coletilla, del sitio digital Cubadebate, se ha propuesto que le den al cabo Cason el Premio Oppenheimer, en alusión al columnista plumífero del Miami Herald que a inicios de los 90 se embarcó con el libro “La hora final de Fidel Castro”. Han transcurrido ya casi 15 años y Fidel Castro sigue dirigiendo los destinos de Cuba, en una hora que se prolonga... A Cason, sin duda alguna, su odio hacia la Revolución Cubana lo apresa de tal manera que ni siquiera se da cuenta de que hace el ridículo cada vez que abre su boca.
Sus enfoques políticos sobre Cuba han sido totalmente desacertados y mentirosos. Por ejemplo, luego del brutal atentado terrorista a las Torres Gemelas de Nueva York aseguró a la prensa que Cuba había sido el único país de América que no se había unido a las sinceras condolencias recibidas por Estados Unidos. Desconoció, de tal manera, que el Gobierno de Cuba condenó enérgicamente los hechos del 11 de septiembre, expresó condolencias al pueblo norteamericano e incluso le ofreció entonces asistencia médica y humanitaria.
Cuando llegó a La Habana hace casi tres años declaró que iba a facilitar su residencia como sede para que los opositores a la Revolución se reunieran con diplomáticos de diversos países, se pronunció en contra del comercio de Estados Unidos hacia Cuba, pues “Cuba no es un mercado importante” y, además, “no va a pagar” por los productos que adquiera. Y, adoptando pose de guapetón, dijo que iba a recorrer seis mil millas en Cuba, con el propósito de dar apoyo a los grupúsculos contrarrevolucionarios, a la vez que no ocultó el objetivo de organizar un partido político dentro de la Isla. Cason pensaba, sin duda, que Cuba seguía siendo una neocolonia yanqui y que él, como antes de la revolución lo hicieron los embajadores Summer Wells, Jefferson Caffery o Earl T. Smith, podía decidir sobre los asuntos internos de Cuba. Se equivocó, totalmente. Esos fantasmas del ayer ni sus métodos y prácticas tienen cabida en una Cuba verdaderamente independiente, soberana y libre.
Dicen las informaciones que Cason cumplió el 4 de julio su última actividad oficial en Cuba, pues ya concluye su misión. Como única gloria, si es que cabe así llamarlo, se lleva haber sido el Jefe de la SINA más grosero, provocador e insolente que ha pasado por Cuba. Demostró, en fin, que muy poco aprendió en las aulas universitarias sobre la carrera diplomática y la ética. Actuó, en fin, como un tozudo seboruco. No otra cosa, por supuesto, se podía esperar de él, pues su pasado al lado de Otto Reich y otros terroristas, en la guerra sucia contra Nicaragua, lo señalaban como un elemento retrógrado, cavernícola.
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(*) La totalidad los integrantes del gabinete del obispo Fernando Lugo provienen del sector de las ONGs financiadas por la embajada norteamericana. Se cuentan entre ellos a Gloria Rubín (referente en Paraguay del NED y la CIA), Camilo Soares (beneficiario de fondos de IAF y NED, favorecido del gobierno de George W. Bush) Rafael Filizzola (signatario de acuerdos con Alvaro Uribe a instancias de la ex operadora del plan Colombia Liliana Ayalde), Karina Rodríguez (de la Casa de la Juventud, que recibió 127 mil dólares de la Inter American Foundation), Liz Torres (referente de las logias de ONGs dependientes de la embajada norteamericana), Esperanza Martínez (del movimiento Tekojojá, financiado por USAID, hoy envuelto en escándalo por corrupción), Canciller Hamed Franco (del Pmas, un movimiento financiado por James Cason), el Vice-canciller Jorge Lara Castro (recibe dólares de la embajada a través de la ONG fantasma Alter Vida), Ministro de Defensa General Bareiro Spaini (hombre de la embajada norteamericana, educado en las escuelas de golpistas de Estados Unidos) o el ministro de Hacienda Dionisio Borda, antiguo responsable de las finanzas de los gobiernos corruptos y agente de la embajada norteamericana y del FMI.
Asimismo, Fernando Lugo ha anunciado que se mantendrá la política de sometimiento al imperio nortemericano en Paraguay, y se desconoce lo tratado por Lugo en New York con referentes de la mafia ítalo-norteamericana como John Tonelli, o con el heredero del imperio petrolero que en la década de 1930 llevó a la matanza a cien mil bolivianos y paraguayos, David Rockefeller. Lo único cierto es que ofició de guía turístico en la gran manzana Conrado Pappalardo, un personaje conocido por haber operado para el Plan Cóndor y haber proveído pasaportes para el asesinato en Washington de Orlando Letelier.
Otros cónclaves nunca aclarados por parte del obispo fueron sus reuniones con James Cason y Roger Noriega, pocos segundos después que Aleida Guevara March, hija del Che Guevara, haya abandonado la misma oficina por la misma puerta por la que entraron estos grandes amigos de Cuba y los hermanos Castro.
No se sabe el motivo de las visitas de Christopher McMuller, subsecretario norteamericano de Asuntos del Hemisferio Occidental, al viceministro de Relaciones Exteriores paraguayo, Jorge Lara Castro, un viejo favorecido de la embajada norteamericana, quien ya habla de alejarse del Mercosur.
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