(Luis Agüero Wagner)
La historia del Partido comunista paraguayo es una crónica de hechos heroicos, luchas inclaudicables y lealtad a una causa que raya en lo demencial. Fundado en 1928 al influjo de las revoluciones que sacudían al orbe como cataclismos que daban nueva forma al mundo, sufrió la tenaz persecución de los gobiernos liberales que entonces asolaban al Paraguay.
Un documento que la cancillería paraguaya recibió en mayo de 1934 de su cónsul en Paris M. Lapierre, da constancia que el conocido ideólogo de la revolución de Octubre León Trostky solicitó visado en dicha oficina con la intención de asilarse en el Paraguay. En prueba de intolerancia el gobierno paraguayo de entonces le negó el permiso calificándolo de “conocido agitador”, por lo cual el acérrimo rival de Stalin terminó siendo acogido por el gobierno mexicano.
Durante la dictadura anticomunista inspirada y sufragada por Washington, que en Paraguay abarcó el período comprendido entre 1940 y 1989 –que casi en su totalidad ocuparon tres generales: José Félix Estigarribia, Higinio Morínigo y Alfredo Stroessner-, el partido comunista vio caer a sus más esclarecidos líderes. Su secretario general Miguel Angel Soler acabó cruelmente martirizado en las dependencias de la policía política, y otro tanto acaeció con el principal dirigente de la juventud comunista Derlis Villagra.
Con ilimitado coraje, los soldados del Frente Unido de Liberación Nacional (guerrilla comunista) libraron épicas batallas contra un ejército fuertemente equipado y asesorado por estrategas del Pentágono en las selvas guaraníes, en episodios llenos de heroísmo. Durante aquellos años aciagos, la infiltración causaría estragos, y los dobles agentes demostrarían una gran habilidad para lograr engañar a los solidarios gobiernos de Cuba y la Unión Soviética logrando acaparar la cooperación internacionalista con la revolución paraguaya.
Uno de los casos más graves lo representó el antropólogo Miguel Chase Sardi (Gato Chase) quien era un reconocido informante a sueldo de la CIA y la embajada norteamericana y al mismo tiempo favorito de los jerarcas del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), constantemente convocado a La Habana y Moscú para departir con los más importantes líderes del bloque comunista y recibir aportes para la lucha paraguaya, que de esta manera lo único que conseguían es fortalecer la posición de los dominadores imperialistas del Paraguay.
Con el fin de la dictadura anticomunista el partido debió sobrevivir a la debacle del comunismo en Europa del este y a la propaganda que anunciaba el fin de la historia. En la década de los años 1990, su preclaro líder Ananías Maidana logró sacar al partido de las catacumbas y con un admirable esfuerzo reorganizó sus cuadros a pesar del desfavorable contexto internacional de esos años en que las coacciones externas desnacionalizantes tuvieron gran auge con el apogeo neoliberal.
Desafortunadamente, el partido comunista paraguayo no ha tenido muy buena fortuna para elegir el momento y los aliados con los cuales emprender su primera participación en elecciones de toda su historia de ocho décadas. A pesar de que fueron los mismos referentes de dicho partido quienes denunciaron internacionalmente la infiltración de elementos vinculados a USAID y a la embajada norteamericana de Asunción en el supuesto movimiento de izquierdas que lanzó a la arena política al obispo Fernando Lugo.
Fueron los mismos comunistas quienes denunciaron que Camilo Soares, secretario general del PMas, era un antiguo infiltrado con fuertes vinculaciones en la embajada norteamericana de Asunción, constante beneficiario de los dólares de George W. Bush distribuídos por la IAF, la Nacional Endowment for Democracy y USAID, todos ellos organismos de penetración imperialista. Personalmente recibí del encargado de relaciones internacionales del partido comunista paraguayo documentos sobre los 45.000 dólares que hace pocos meses desembolsó la embajada norteamericana en beneficio de la “Casa de la Juventud”, ONG fantasma que recauda para el PMas. Sólo en el año 2005 el mismo supuesto partido socialista recibió 127 mil dólares de la IAF, institución controlada por George W. Bush.
A pesar de lo que la mayoría de la gente piensa, el Movimiento Tekojoja es otro de los movimientos cercanos a Lugo con fuertes vínculos con la embajada que hoy está bajo el mando del conocido embajador James Cason, célebre por haber financiado a disidentes remunerados en Cuba y varios otros países latinoamericanos para luego
utilizarlos como marionetas para desestabilizar gobiernos que no son de su agrado.
El despropósito de acompañar a estos agentes del imperialismo es un desatino de los comunistas paraguayos sólo comparable al que cometieron en 1940, cuando a cambio de la liberación de algunos referentes de la agupación dieron el apoyo de las centrales obreras bajo su control al dictador militar anticomunista José Félix Estigarribia, quien luego impondría una constitución nazi fascista de catastróficas consecuencias para el Paraguay.
Lazos igualmente sólidos unen a la prensa que apoya al obispo con las instituciones norteamericanas que Washington utiliza como herramienta de penetración imperialista para imponer condicionamientos al gobierno paraguayo a cambio de supuesta cooperación. Casualmente, esta presunta ayuda está puesta en entredicho por las autoridades paraguayas que han denunciado negociados entre agentes diplomáticos norteamericanos y empresas basadas en Estados Unidos.
A esta contradicción se suma el acompañamiento comunista al apoyo de la ultra conservadora iglesia católica paraguaya a la candidatura del Obispo, que se ha hecho patente con pronunciamientos y comunicados, además de las frecuentes declaraciones de algunos religiosos como Mario Melanio Medina en las secciones políticas de los diarios acompañando protestas de la oposición. Luis Agüero Wagner
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